Archive for the 'Consejos' Category

Nisaba: Cómo prepararse para NaNoWriMo

2012/10/14

En esta ocasión comparto el artículo de nuestro blog amigo, Nisaba, de mucho interés para quienes sentimos esta fascinación por la escritura. NaNoWriMo, el mes nacional de escritura de novelas, ya está a la vuelta de la esquina. ¡Es hora de irse preparando!
¡Feliz escritura!
–Javier

Nisaba

Quedan 18 días para iniciar el reto de NaNoWriMo, así que este es el momento para prepararse. Hay quienes pasan meses planeando sus novelas y haciendo investigación para este momento del año. Otras llegan al primer día con un título en mente y una idea vaga.

No todas las personas funcionan igual, pero para garantizar el éxito en NaNoWriMo conviene tener en mente tres cosas: a) iniciar a tiempo; b) fijarse una meta diaria de escritura, lo suficientemente holgada como para tener días de reposo y compensar por imprevistos, c) tener a mano todo lo que pueda servir para mantener activa la inspiración.

Por lo tanto, la preparación durante el mes anterior es crucial. Estas son algunas acciones que pueden irse realizando desde el mes de octubre o antes.

Elija una herramienta informática para el manuscrito

Los procesadores de texto son poco versátiles, pero hay quienes los prefieren por…

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Lea su texto en voz alta

2012/07/04

De todos los consejos que podemos escuchar en nuestro oficio de las letras, este es posiblemente uno de los más prácticos.

En primer lugar, leer en voz alta nos ayuda a revisar el texto, encontrar erratas y otros errores técnicos –gramaticales, de puntuación– ocultos hasta el momento de escuchar nuestras palabras con los oídos y no solo con la mente.

También ayuda a refinar nuestro estilo narrativo. Escuchar atentamente nos permitirá cortar oraciones demasiado largas, cambiar de tono y ritmo cuando un pasaje se ha vuelto monótono. Con solo la primera lectura de este párrafo pude, por ejemplo, eliminar una repetición innecesaria y una redundancia. ¡Ni qué decir de cacofonías, queísmos y tantos otros vicios!

Los diálogos pueden beneficiarse mucho si comparamos nuestras creaciones con la forma natural de comunicarse entre personas: la conversación. Evitaremos así utilizar nombres propios demasiado a menudo con nuestro único interlocutor, o una actitud demasiado informal entre personas distantes. Aquí resulta maravilloso escuchar conversaciones ajenas en sitios públicos; también puede ayudar un poco de actuación, y si es posible, que el diálogo sea repartido entre dos o más lectores.

Y hablando de otras personas, también sirve escuchar a alguien más leer nuestro texto. Eso nos permitirá determinar formas como nuestros lectores interpretarán esas palabras que tanto hemos trabajado.

Recordemos que la ficción se trata, en esencia, de contar historias. Antes de la escritura estaba la narración oral, con toda la magia de la entonación, la gestualidad y el lenguaje corporal del experto cuentista.

Cuando lea en voz alta imagínese estarle contando una historia a su público ideal. ¿Cómo reaccionan ante cada pasaje? ¿Qué clase de inflexiones, cambios de tono y ritmo necesita para mantener a sus oyentes pegados al asiento y con los ojos bien abiertos, absortos en la historia? ¡Asegúrese de que su texto se pueda leer como se lee un cuento a un niño antes de dormir! (Recuerde: si el cuento es realmente bueno, el niño no se quedará dormido.)

Podemos inclusive ir un paso más allá y, de hecho, leerle nuestra historia a alguien más. Nuestra atención debe centrarse en particular sobre transmitir imágenes vívidas y emociones claramente definidas. Observe las reacciones de sus oyentes, tome nota de los pasajes en que no logran mantener la atención, o por el contrario, cuando demuestran justamente aquellas emociones sugeridas en el texto.

Pero aun si no tiene a nadie a quien leer, recuerde que somos nuestro primer público, nuestro primer lector. La mayoría de las veces basta con leer en voz alta para darnos cuenta de muchos aspectos mejorables.

Luego de algún tiempo se pillará murmurando cada palabra conforme la va escribiendo. Me pasa todo el tiempo, y me alegro por ello.

Haga el intento. Luego compare y lea también en voz alta algún pasaje de su autor favorito. Verá cuán útil le resulta.

¡Feliz escritura!

Inspirarse en imágenes

2012/05/23

En mi último artículo escribí sobre lo útil que resulta poseer un archivo de imágenes para sacar de ellas inspiración literaria. Lo que no dije fue lo que hago yo con esas imágenes, y me parece oportuno retomar aquí ese tema. Espero que esto le dé algunas ideas prácticas para incorporar en su vida de escritura.

Recuerde los detalles

Una fotografía nos puede servir de referencia a la hora de redactar un pasaje donde nos interesa presentarles a nuestros lectores una imagen viva de cómo se ve un lugar, un rostro, un objeto. En vez de depender exclusivamente de nuestra memoria, tener una fotografía a la vista nos permite mantener siempre cierta congruencia en las descripciones, sin importar cuán extensa sea nuestra obra. (Dicen que J.R.R. Tolkien debió empezar a tomar nota de cómo iban vestidos sus personajes en El Hobbit luego de que su hijo Christopher le reclamara, decididamente indignado, que en la historia de la noche anterior el jefe de los enanos llevaba una capa amarilla, y a la noche siguiente su capa se había tornado verde musgo).

Déjese inspirar

Por más cliché que suene el dicho de «una imagen vale más que mil palabras», lo cierto es que detrás de ese rostro pueden esconderse incontables anécdotas, y en esa habitación puede haber ocurrido toda clase de situaciones. Hágase preguntas cada vez que analice los detalles de una foto. ¿Qué estará pensando esta persona? ¿Quién vive en esa casa? ¿Cuál es el secreto de este pozo? Elija cualquier elemento del cuadro e intente contestar preguntas básicas como estas hasta dar con un tema satisfactorio. No importa si el resultado no calza con su proyecto actual, algún día podría serle útil.

No dude en hacer cambios

La fotografía es una ayuda, no un monumento inamovible. ¿A la señora de la casa le gusta el verde? Entonces la alfombra amarilla en nuestra foto de referencia puede cambiar de color sin ningún problema. No hace falta alterar la imagen en photoshop; basta con tomar los apuntes necesarios y, eso sí, mantenerlos en un sitio de fácil acceso (idealmente en una ficha describiendo el escenario utilizado, al estilo de las fichas de personaje).

Aproveche su espacio de trabajo

Si le resulta cómodo (por ejemplo, si no es algo que le estorbe al resto de su familia), coloque en un lugar visible las imágenes que esté utilizando para escribir. Desde el fondo de escritorio y el salvapantallas de su computadora, hasta una pizarra de corcho o un portarretratros cercano, tener estos cuadros donde pueda verlos constantemente le ayudará a mantenerse en sintonía con la historia. También es muy posible que le ayuden a ‘sentirse ahí’, en el caso de lugares, de imaginar los pensamientos y palabras en caso de un personaje, además de otras muchas posibilidades.

Tenga cuidado con los derechos de autor

Esto es una pequeña advertencia, por aquello de no meterse en enredos legales. A menos que la imagen de referencia la haya creado usted, es bastante probable que esté protegida por derechos de propiedad intelectual. No utilice tales fotografías o ilustraciones en su obra publicada sin obtener primero los derechos de uso. Tampoco incorpore en su ficción descripciones precisas de escenas tomadas de ilustraciones de algún artista; en cambio, altere detalles hasta volverlo algo nuevo. El truco está en tomarse libertades poéticas y aprovechar nuestra imaginación… o dar los créditos respectivos.

¿Y usted cómo utiliza ayudas visuales?

¡Feliz escritura!

El valor de la crítica constructiva

2012/05/06

En los talleres literarios es normal que cada participante lea en voz alta sus escritos para recibir la opinión y ayuda de sus compañeros. El problema algunas veces surge cuando la crítica se sale de tono y en lugar de ayudar en algo termina destruyendo la dinámica del grupo. A continuación algunos consejos de qué hacer y qué no hacer en estos casos para mantener las buenas relaciones y aportar observaciones útiles.

Escuche atentamente a quien lee

La idea de participar en un taller no es solamente que los demás me ayuden con mi trabajo, sino que todos ayuden a todos. Cuando no prestamos atención a quien está leyendo, emitimos el mensaje de ‘no me importa, solo me interesa mi propio texto’. La persona que constantemente hace esto se gana el rechazo de los otros, y pierde además la oportunidad de aprender de sus compañeros y compañeras de taller.

Toda escritura tiene el poder de enseñarnos algo, inclusive si se trata de un género distinto, o si el autor es todavía novato. Así como leer (tanto obras buenas como malas) nos ayuda a desarrollar un ojo crítico con nuestro propio texto, escuchar atentamente a nuestros colegas ayuda a afinar los sentidos y redunda en beneficios para nuestra escritura. Además, la atención demuestra respeto, algo que nosotros mismos deseamos cuando sea nuestro turno de leer.

Finalmente, sin escuchar con atención no seremos capaces de aportar nada útil, y perdemos también la oportunidad de ejercitarnos en retórica y oratoria por este medio.

Aporte comentarios útiles

Como escritor, de nada me sirve cuando alguien me dice lo ‘bonito’ que está mi cuento, o lo ‘bello’ que les pareció mi poema. Tal vez me haga sentir bien, tal vez me ayude a reforzar mi autoestima, pero esa clase de comentario es vacío en tanto no aporta algo práctico para mejorar mi escritura. Es puro azúcar sin ningún contenido nutritivo. Y cuando, por el contrario, nuestra crítica es destructiva, cuando no aporta nada útil, no estamos participando en el taller, estamos aprovechándonos de éste para sentirnos más que los otros. En cualquiera de los dos casos, nuestros comentarios hacen perder el tiempo al resto de participantes.

Para evitar esto, intentemos siempre hallar algún aspecto mejorable y expresarlo de forma que el otro pueda sacarle provecho. ¿Nos gustó determinado uso del lenguaje? Digamos exactamente dónde y por qué motivo; así los demás podrán aprovechar el acierto e intentar repetirlo. ¿Las oraciones nos parecieron demasiado largas y difíciles de entender? Hagámosle saber esto para que revise su forma de concatenar y subordinar ideas.

Sea honesto, pero con asertividad

Hay una diferencia entre decir la verdad y decir ‘mi verdad’. ‘Mi’ tiene el problema de ser enteramente subjetivo y nada confiable, pues mis opiniones y sentimientos no tienen por qué ser compartidos por los demás. Expresiones como ‘no me gusta’ o ‘qué aburrido’ expresan al ‘mi’ sin aportar nada constructivo al compañero o la compañera que leyó su trabajo. Tiene además el inconveniente de sonar como un ataque personal, y esta es la manera más directa y segura de destruir las buenas relaciones entre miembros del taller.

Bien utilizado, el ‘mi’ puede convertirse en instrumento de asertividad; podemos usarlo para expresar objetivamente un hecho subjetivo. Si determinado pasaje nos pareció aburrido, podemos expresarlo en términos que no sean tímidos (‘está muy bonito’) ni agresivos (‘da asco’), sino objetivos o asertivos (‘me costó sostener la atención en esa parte’). De tal forma estamos aportando un comentario práctico, exclusivamente referido al texto, y sin calificar a la persona que lo escribió.

No se tome la crítica como algo personal

Este último consejo va tanto para quien critica como para quien recibe el comentario. Recuerde que el taller no se trata de las personas sino de la escritura. He conocido a muchos escritores que me caían de maravilla pero de cuyos escritos nunca pude enamorarme, y otros insoportables y con serios problemas de relaciones humanas que, sin embargo, escriben muy bien según mi parecer. Pero el punto es que no tengo derecho de dar una crítica negativa a un buen trabajo por más que su autor me caiga mal, ni tampoco es correcto dar críticas maravillosas a mis amigos si el texto no lo merece. En ambos casos es una falta de respeto, pues los comentarios resultan engañosos y no le ayudan al escritor a mejorar su técnica.

Por otro lado, si le ha tocado a usted recibir un comentario negativo, no se justifique pensando que esa persona es un desgraciado, que solo le dice eso para herirle. Revise fría y objetivamente el comentario y verifique cuánto de verdad puede haber ahí y cómo -si acaso- puede mejorar su texto gracias a ese aporte. Recuerde también que los comentarios positivos y bien intencionados no necesariamente serán útiles o aplicables en su caso particular. Discrimine si la crítica se debe a gustos específicos en cuanto a tema y estilo, o si se trata de comentarios sobre la técnica y claridad de las ideas.

Espero que estos consejos le ayuden a usted y su grupo. ¿Tiene alguna otra sugerencia para trabajar con crítica constructiva? ¡Por favor compártala!

¡Feliz escritura!

7 consejos para estimular la creatividad

2012/04/30

A casi todos nos pasa. Quedarnos mirando fijamente el espacio monócromo del lienzo, el papel, la pantalla y no saber qué diablos hacer para transformar esa nada en algo –no un algo cualquiera, faltaba más, sino en algo de lo cual sentirnos orgullosos, que valga la pena.

Nos ocurre a los estudiante con nuestras redacciones para el día siguiente tanto como los profesionales con nuestros primer bosquejo. En todo ámbito creativo toparemos tarde o temprano con este insoportable vacío y el miedo de no poder llenarlo. Existen muchos trucos para salir al paso en el momento, pero la verdadera cuestión es cómo lograr que la inspiración se mantenga constantemente a nuestro alcance.

En los años que llevo de leer gran cantidad de manuales, revistas y otros materiales sobre escritura creativa, además de mi propia experiencia individual o en talleres literarios, puedo enumerar siete estrategias fundamentales para reavivar las llamas de la inspiración. No son ocurrencia mía, y quien haya leído algo sobre escritura creativa podrá reconocerlos en sus múltiples encarnaciones.

1. Llenarnos de estímulos: leer mucho, aprender de los clásicos, discriminar a quién emularemos, alimentarnos de ideas, rodearnos de buenos maestros. Parte de ello implica estudiar, no solo a los escritores y sus obras literarias, sino también obras sobre escritura y redacción. Y claro está, alimentarnos de otras expresiones artísticas.

2. Dominar el idioma: solo así podremos expresar nuestras ideas. Esto se adquiere primero con la lectura arriba mencionada, pero ello no basta, sino que es imprescindible poner manos a la obra y practicar incesantemente todos los aspectos técnicos: redacción, vocabulario, gramática, etcétera.

3. Ser originales: es decir, no tratar de imitar a otros, no copiar, ser honestos con nosotros mismos y nuestros escritos, decir las cosas por convicción y no como estrategia de ventas. Se trata de crear algo capaz de contribuir a la humanidad de alguna forma, no simplemente de repetir lo mismo de siempre en otras palabras. No hay nada más estimulante que expresarnos libremente, sin estar a la sombra de otros ni buscando su aprobación.

4. Ser tenaces: escribir todos los días, tener disciplina, no contentarse con el primer borrador, revisar y estar dispuestos a corregir, cambiar, quitar o añadir hasta estar completamente satisfechos con el resultado. Implica reconocer que las obras valiosas no salen al primer intento. Y sobre todo, jamás rendirnos.

5. Disfrutar del proceso: tener la apertura para experimentar, divertirnos, imaginar, crear, explorar. Escribir es lo primero; la corrección y el pulimiento vendrán después. No permitamos que nuestro crítico interno haga de las suyas.

6. Ser buenos observadores: solo así aprenderemos a conocer la naturaleza humana, poner atención, vivir la vida, expresar lo humano, tener algo valioso que decir en nuestras obras (y en ese sentido, se complementa con la originalidad).

7. Perder el miedo: tenemos derecho a equivocarnos, a escribir a sabiendas que se cometen errores, que nunca estaremos satisfechos, que vale más el contenido que la forma, que no a todo el mundo le gustará lo que escribamos. Si intentamos alcanzar la perfección, o si pretendemos adaptarnos a todas las críticas, jamás llegaremos a producir nada.

Aunque suenen a cosa evidente, me sorprendo una y otra vez siempre que alguien, en contra de todo sentido común, pretende ayudar a otros ‘aconsejándoles’ las versiones contrarias de estos siete puntos… pero eso es tema para otro artículo.

¿Y usted qué opina? ¿Cuál es su estrategia favorita para asegurar un flujo constante de inspiración?

¡Feliz escritura!

NaNoWriMo: Recuperar la cordura

2011/12/15

Hoy es 15 de diciembre. La locura de NaNoWriMo terminó hace ya dos semanas, pero volver a una rutina diaria de escritura se ha tornado en una tarea sumamente difícil. Cada día me siento frente a la pantalla y, tras unos minutos contemplando su negrura, termino apretando el botón de encendido solo para dedicar todo mi tiempo creativo a procrastinar miserablemente.

No creo que se trate realmente del famoso ‘bloqueo’: curiosamente no me faltan ideas, y las ganas de escribir parecen muy reales mientras me preparo el desayuno. Pero es frente a la pantalla donde todo eso pareciera no valer nada. No se trata de problemas de motivación o creatividad; simplemente, mi cerebro está exhausto.

¿Suena conocido?

A todos nos pasa alguna vez, o hasta muchas dependiendo de nuestra actividad predilecta y con cuánta intensidad la pongamos en práctica. No importa si se trata de labores físicas como algún trabajo manual o hacer deporte, o si son más bien tareas mentales, como el estudio, la resolución de problemas o simplemente pasarse todo el día lidiando con clientes y compañeros de trabajo. Tarde o temprano deseamos tirar la metafórica toalla y darnos por vencidos, dejar todo atrás, alejarnos huyendo de todo cuanto nos agobia… En mi caso, el exeso de escritura en noviembre me ha hecho perder incontables horas frente a toda clase de pantallas, haciendo cualquier cosa menos continuar con mis proyectos literarios.

Tampoco soy el único. Luego de revisar foros y comentarios de otros participantes, pareciera tratarse de un mal generalizado. Diciembre es para esta maratón creativa como la resaca al día siguiente de una borrachera. Nuestra mente necesita descanso, pero también desintoxicarse de tantas palabras, tantas ideas al vuelo, noches en vilo y tensión por llegar a la meta.

¿La solución?

A veces basta con darle tiempo a las cosas, dejarlas que vuelvan por sí mismas al cauce normal. Entender la situación y aceptarla sin culpabilizarse también puede ser de gran ayuda. Después de todo, el agotamiento ocurre tras un esfuerzo tremendo, un esfuerzo que nos hace más fuertes, más capacitados para la próxima vez. Este hiato es pasajero; la experiencia obtenida nos quedará para el resto de nuestra existencia. Parece un intercambio bastante favorable.

Entre tanto el cine, la comida chatarra, las distracciones de todo tipo, buena compañía, un libro que nos mantenga despiertos hasta la madrugada… todo ello contribuirá a que recobremos prontamente la cordura.

¡Feliz descanso!

Consejos para aclarar ideas difíciles

2011/12/07

De los muchos inconvenientes que podemos enfrentar en este arduo oficio de las letras, uno bastante molesto es tratar de explicar algún punto abstracto o idea confusa sin por ello recurrir a incontables notas al pie, diagramas, conversaciones inverosímiles o largos pasajes expositivos, pues todo ello nos asegura perder en poco tiempo la atención y complicidad de nuestros lectores.

He aquí algunas recomendaciones sencillas para aclarar ideas complicadas en relativamente poco tiempo. Utilice cada una por separado o en conjunto, y no dude en agregar sus propias estrategias para llevar luz a un pasaje algo oscuro.

Lenguaje en común. Trate de evitar los términos técnicos o la jerga profesional en la medida de lo posible, a menos de tener plena seguridad de que el público ya conoce dicho término. Una forma de lograr esto es introducir la palabra o concepto algún tiempo antes de su uso en la explicación. Si por ejemplo es crucial que en determinado punto de su texto se utilice el concepto de relatividad para explicar la teoría del espaciotiempo de Einstein, asegúrese de preparar al lector con antelación, tal vez una o dos secciones antes, trabajando primero la relatividad por separado y sin exigir otros conomimientos previos. Es decir, construya primero un lenguaje compartido con los lectores, y sobre esta base vaya armando el andamiaje de ideas piso por piso.

El valor de una metáfora. ¿Cómo le explicamos a un niño pequeño lo que es la muerte? Pues mucha gente recurre a comparaciones con otros eventos o experiencias que el niño conozca, para luego añadir un poco más de detalle. «Mami está dormida, y ya no se puede volver a despertar.» De la misma forma, el uso de comparaciones, símiles, metáforas, alegorías y símbolos (siempre y cuando resulten fáciles de comprender en sí mismos) puede ayudar al esclarecimiento del tema sin desviar demasiado la atención del lector. Eso sí, cuídese de no sonar condescenciente ni de subestimar intelectualmente a su audiencia.

La ignorancia es bendición. Nunca ponga a dos personajes a darse explicaciones mutuamente sobre un asunto que ambos dominan. Imagínese escuchar una conversación entre dos abogadas, y que una le diga a la otra «Como ya sabes, el derecho de hábeas corpus consiste en que nadie puede ser privado de libertad sin que se formule una acusación en su contra». Esto resulta inverosímil simplemente porque en la vida real la gente da por un hecho aquello que los demás ya saben. En cambio, ponga al experto a explicar el concepto a una persona que de ningún modo podría saber ni jota al respecto. Muchos autores reconocidos cuentan la historia desde el punto de vista del personaje que menos sabe, precisamente para que en su descubrir el mundo o las situaciones, también los lectores puedan hacerlo de forma natural.

No lo cuente, ¡muéstrelo! Esta es tal vez la regla más famosa de la escritura creativa, y por buenos motivos. Las abstracciones y explicaciones teóricas son difíciles de asimilar debido a que el cerebro piensa principalmente en imágenes, no en palabras. La mente siempre hace un esfuerzo por utilizar imágenes concretas y concatenarlas en un orden lógico a fin de poder retener los conceptos que representan. ¿Qué es más fácil de recordar, una larga explicación sobre la teoría de la fuerza mecánica, o una demostración con pesos y palancas? Ayudemos a nuestros lectores proporcionando imágenes definidas y concretas que permitan por una parte retener la explicación, y por otra, hacerla amena o inclusive ayudar a eliminarla por completo.

Seguramente a usted se le ocurrirán otras muchas formas de explicar sin aburrir. ¿Qué le parece si nos comparte alguna?

¡Feliz escritura!

Para escribir (bien) hay que leer

2011/11/09

«Si quieres escribir, primero debes leer. Solamente la asimilación de ideas [ajenas] puede ayudarnos a aprender cómo ir enfocándonos en las ideas propias.» –Allan Eckert*

Muy a menudo me encuentro con gente en foros para escritores que desean convertirse en la próxima Stephanie Meyer o J.K. Rowling, y prentenden hacerlo con su primer borrador de un fanfic mal regurgitado. De cuando en cuando, solo por ver cómo anda la cosa, les pregunto acerca de sus libros favoritos, y como era de esperar, esas autoras (o peor, solo una) son prácticamente lo único que han leído fuera de los libros obligatorios en el colegio o instituto.

Estimado lector, estimada lectora: pon mucha atención a las palabras de mister Eckert allí arriba y sigue el consejo. Más aun, visita una librería local y, alejándote de las secciones de los más vendidos así como de la ‘literatura juvenil’, busca un poco entre el estante de ‘clásicos literarios’ (ese que normalmente se encuentra en una esquina mal iluminada y poco accesible). No te limites a tu propia región: consigue obras de autores extranjeros, de culturas diferentes, aun si el único medio para leerles sea una traducción de oscura procedencia. Tampoco es recomendable quedarse en un solo tipo de obra, así que junto a las novelas de fantasía o romance que tanto te gustan, puedes añadir al carrito de compras algún ensayo, antología de cuentos o poemario. Conforme leas y te informes podrás irte haciendo un criterio sobre calidad y contenidos, pero eso tarda su tiempo.

También es útil recordar otro punto: cantidad no equivale a calidad. El público en general puede leer grandes cantidades de libros pero no por ello van a mejorar su redacción y desarrollo de ideas. ¡Leer así sin más no sirve! Hay que leer de manera crítica, haciendo un análisis cuidadoso de vocabulario, redacción, exposición y estructura discursiva. Si no entrenamos a la mente para percatarse de tales sutilezas, tampoco podremos hacer mucho para mejorar nuestra escritura, pues seremos incapaces de reconocer cuándo, cómo y por qué algún pasaje está bien logrado o, al contrario, no funciona en lo más mínimo.

Para poder escribir bien es necesario aprender de quienes ya han demostrado su destreza en el campo.

¡Feliz lectura!

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*Através de @Quotes4Writers

Escritura libre: dígale adiós al bloqueo

2011/11/07

Toda persona que por algún motivo se vea en la necesidad de escribir, ya sea por razones académicas, laborales o de otro tipo, llega tarde o temprano a sentirse falta de inspiración. Este famoso ‘bloqueo del escritor’ puede darse por muchos motivos, uno de ellos el simple hecho de tener al frente una página (o pantalla) en blanco. Para romper ese punto muerto existen muchas estrategias, y una de ellas es bastante simple: escribir. Escribir sin pensar, sin juzgar, sin planear, sin darle tiempo al inconsciente de hacernos una zancadilla.

No se trata de hacer escritura ‘automática’, sino de más bien desconectar todos los mecanismos de autocrítica. Escriba lo primero que se le ocurra, sin importar lo ridículo, descabellado, incoherente o incendiario que pueda parecerle al principio. Su escritura inicial no será la misma que llegue a ver la luz más adelante, sino una forma de decirle al inconsciente «¡ponte ya a trabajar!» Siempre habrá tiempo luego para organizar las ideas; eliminar palabras, frases, párrafos; añadir argumentos y ejemplos faltantes; pulir un diálogo. Pero eso sí, nada de eso podrá hacerlo mientras no tenga algo ya escrito para trabajar.

¿Qué pasa si no tiene un tema para escribir? Este ejercicio es más fácil si ya tiene una idea general de aquello que desea explorar. Pero si no la tiene, simplemente no se preocupe y escriba lo primero que se le venga a la cabeza, sin importar si se trata de una lista de compras, alguna tarea pendiente, su programa favorito de televisión… Lo importante es ejercitar el músculo creativo. Una vez rompa el bloqueo psicológico y empiece a escribir, existen buenas posibilidades de encontrar un tema sobre la marcha, pero lo primero es echarse a andar.

¿Qué pasa si se queda atascado? La idea es escribir sin parar, sin detenerse a pensar mucho, sin juzgar. Nos quedamos atascados cuando tratamos de escribir algo específico –con buena ortografía, puntuación y gramática– que alguien pueda leer. Es decir, estamos ya juzgando lo escrito, no le estamos dando una oportunidad. ¡Pero en este ejercicio olvídese de eso! Escriba tan rápido como pueda, ya sea con lápiz, pluma o teclado, sin revisar, sin casi poner atención al resultado. Algo que a veces me sirve es de hecho cerrar los ojos y, habida destreza en mecanografía, imaginar una escena o lugar muy vívidamente, y comenzar a escribir pero sin abrir los ojos para corregir errores, ya luego habrá tiempo para eso.

Ya escribí por diez minutos, ¿ahora qué? Ahora es el momento para tomar un marcador brillante y leer con cuidado el fragmento. No vamos a hacer corrección de estilo ni nada similar; la verdad, ese pequeño texto no será –excepto en raros casos– algo que podamos utilizar en sí mismo, al menos no en ese estado. En vez de eso, vamos a buscar entre los renglones algo interesante, alguna palabra, frase o idea que logre atrapar nuestra atención. Resaltaremos todo esto y lo utilizaremos para construir un tema más concreto y específico en fase de reescritura, esta vez haciendo todas las pausas y reflexiones necesarias.

La escritura libre es un medio de romper los bloqueos psicológicos que nos impiden comenzar a escribir, pero una vez roto el bloqueo casi siempre las palabras empezarán a fluir con mayor facilidad. Además, sirve para estimular la creatividad y atrapar ideas al vuelo. Demuéstrele a su inconsciente quién manda y en poco tiempo empezará a ver los resultados.

¡Feliz escritura!

Asumirse como escritor

2011/11/02

Cuando vamos por la vida y alguien nos pregunta quienes somos, ¿de qué forma contestamos? Algunos damos nuestro nombre y apellidos, como si eso dijera algo, pero no todos somos una celebridad o pertenecemos a la realeza como para que el nombre importe por sí solo. Otras personas dan una serie de títulos académicos, aunque los diplomas no garantizan gran cosa en estos días. Otros más dan cuenta de su actual empleo pero, ¿cuántos de nosotros trabajamos en aquello que realmente nos apasiona y nos define como seres humanos? En mi caso, aunque en este momento de mi vida no me gano el sustento -aun- con mis escritos, puedo decir sin ostentación que soy escritor.

¿Y por qué no iba a decirlo? Un escritor es quien escribe, quien vierte el alma con cada palabra que ve la luz sobre el papel o la pantalla. Ser escritor es tener voz y utilizarla, es decir YO SOY, y no solamente yo hago. Para mí esa es la diferencia fundamental entre escribir y redactar. Mi escritura tiene un propósito, dice algo, y aunque no todo el mundo esté de acuerdo, sé que no escribo en vano. Escribo no por pura petulancia de creerme más inteligente o más sabio, ni por el puro deseo de satisfacer mi ego, sino para dar algo al mundo, aunque solo sea un mal ejemplo. Eso me basta, pero hay más.

Escribo porque escribir es crear. Es lo que me hace ser quien soy, más allá de las meras etiquetas y convenciones sociales. Crear es vivir; es lo que me diferencia de las máquinas. Al escribir recreo al mundo y a mí mismo. Mi voz es única, y aunque mis palabras sean ecos de otras muchas, mi voz siempre será irrepetible, al igual que mi particular visión de mundo, mi consciencia, mi espíritu. No me interesa si alguien más puede apreciarlo, si resulta bien visto o una ilusión reprochable.

Soy escritor aunque no lo diga mi declaración de impuestos ni un diploma enmarcado en dorado. No necesito tener diez libros publicados, ni un contrato millonario para mi próxima novela, ni vestirme como bohemio y hablar contra los valores burgueses. La ropa, los adornos, los documentos oficiales, la admiración y la fama… ¿qué de eso vale algo? Soy lo que hago, y lo que hago es escribir.

¿Y usted? ¿Usted quién es? Llámese escritor novato, escritor aficionado, escritor en formación o en vías de desarrollo, pero escritor al fin y al cabo. No se deje intimidar por las listas oficiales, por los catálogos de publicación, por visiones subsidiarias y fragmentadas de quien no le conoce, de quien no le interesa. Si escribe, si siente, si pone sangre y vida en cada página, es escritor o escritora y nadie diga lo contrario.

Acepte quién es y lo que hace. Mientras no asuma la escritura como parte de su identidad, como algo que usted ES, jamás dejará de ser un poeta de alcoba o un ‘tal vez algún día’ que nunca llega. Jamás se atreverá a correr riesgos, soltar la vida segura y cómoda del empleo fijo y alienante para perseguir una quimera. Jamás hará a un lado las excusas para procrastinar, para hacer cualquier otra cosa excepto alcanzar sus metas y escribir sencillamente porque eso es su único pan de cada día.

Olvide las etiquetas. Olvide las comparaciones con otros escritores más famosos o más adinerados. Recuerde que todos los escritores profesionales empezaron con otros oficios, otros quehaceres, y solo gradualmente fueron convirtiendo la escritura en su medio de vida. Pero lo hicieron porque esos otros oficios, esas otras etiquetas, no eran sino ‘mientrastantos’ para pasar el rato y sostenerse en pie durante sus años formativos y sus primeros fracasos literarios.

Escritor es quien escribe. Ahora le repito la pregunta: ¿usted, quién es?