El personaje y la máscara

2014/09/10

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Todos sabemos quiénes son los personajes: son los hombres y mujeres, niños, ancianos, animales parlantes, entes sobrenaturales y toda una miríada de criaturas ficticias creadas para poblar una historia. Solemos reconocerlos por sus palabras, actos y pensamientos, especialmente cuando su presencia modifica de alguna forma el relato. Pero esto no es todo, ni toda persona en una historia es necesariamente un personaje. Veamos por qué.

La palabra «personaje» viene de castellano «persona», se rastrea al latín «persona» (ser humano) y antes aún a «per sonare», es decir, «para hacer sonar».

El término proviene de las máscaras utilizadas en el antiguo teatro griego, donde un mismo actor podía rápidamente cambiar de una máscara a otra y así representar a alguien distinto. Estas máscaras tenían una expresión facial fija, por lo general muy exagerada, que ayudaba al público a reconocer rápidamente a quién se estaba interpretando. Pero la otra característica de la máscara teatral era un pequeño dispositivo insertado en la boca, en forma de cono con la parte ancha hacia afuera, que amplificaba la voz del actor a fin de que sus palabras pudieran escucharse mejor entre la audiencia. Era la versión primitiva del megáfono y del micrófono.

A un nivel semiótico, es la máscara la que hace al personaje, y sin ella no queda más que el actor o, en nuestro caso, el escritor.

Pero el personaje no es su «rostro». Al escribir a nuestros personajes no debemos utilizar demasiado la descripción visual. Hacerlo se considera error de aficionados, en especial porque imponerle muchos detalles al lector le quita la posibilidad de ejercitar su propia imaginación. En medios como el cine y el cómic sí debe mostrarse en toda su apariencia externa, pero en un escrito la apariencia dice muy poco y distrae de lo verdaderamente importante.

Más que su rostro o sus ropas, un personaje literario es su voz, sus palabras, sus actos, gestos, actitudes y pensamientos. El color del pelo, la forma del rostro, el color de la corbata o si el bolso le combinaba o no con los zapatos son detalles superfluos que rara vez contribuyen a la historia. En cambio, sin una voz distintiva, sin un lenguaje característico, sin actos claros y congruentes con sus pensamientos y sentimientos, en lugar de un personaje vivo y verosímil tendremos una caricatura plana y de cartón.

Para que el personaje sea eficaz tenemos que ser capaces de olvidarnos que es un personaje, es decir, tenemos que creernos la máscara.

Muchos autores, en especial quienes tienen la tendencia a dar cátedra o hacer propaganda ideológica, terminan creando historias en que todos los personajes no son más que disfraces delgados y translúcidos. En esos casos es posible en todo momento notar la presencia del autor, y los personajes resultan inverosímiles porque no poseen vida, palabras o pensamientos propios.

Ahora bien, no todas las personas o criaturas que aparecen en una historia son realmente personajes.

En «El mago de Oz» de L. F. Baum, Dorothy es transportada por un tornado hasta el fantástico paíz de Oz, específicamente en la tierra de los Munchkins, unas personas de muy baja estatura que se encuentran de muy buen humor porque la casa de Dorothy ha caido sobre la malvada bruja del este, matándola al instante y liberando a los pobladores de su tenebrosa influencia. Ahí intercambia algunas palabras con el hada Glinda y algunos de los habitantes, antes de iniciar su viaje por el camino de ladrillos amarillos, en busca del mago que le ayudará a retornar a su casa.

Lo que interesa resaltar aquí es que, aunque en dicho capítulo de la novela aparecen o se mencionan a muchísimas personas, casi ninguno de ellos es un personaje. Dorothy, el hada Glinda y el alcalde de la ciudad de los munchkins son los únicos personajes reales: poseen voz, piensan, figuran de forma prominente, y sobre todo, tienen una influencia directa en la historia. Las demás personas solo son relleno, inclusive la bruja. De ella solamente se nos dice que era muy malvada y que ahora está muerta bajo la casa. Claro, su muerte motiva a la malvada bruja del oeste, su hermana, a querer vengarse de Dorothy. Pero la bruja muerta no participa en la historia, no habla, no hace nada. Es una simple pieza de utilería.

La mayoría de personajes poseen nombre propio o cuando menos algún título o epíteto que los destaque y diferencie de la ambientación. Para ser un verdadero personaje es necesario tener voz y opinión, distinguirse del escenario, y sobre todo que sus actos y palabras tengan alguna influencia en el curso de la historia. Por así decirlo, es lo que distingue a los actores de los extras o a los cantantes solistas de los miembros del coro.

Como escritores de ficción es nuestro deber escondernos detrás de las máscaras que son cada uno de nuestros personajes. Somos nosotros quienes pronunciamos cada palabra y llevamos a cabo dada acción de todos los pobladores de nuestro universo ficcional. El que logremos hacerlo hasta el punto en que nuestra presencia sea completamente imperceptible es la marca del verdadero experto.

¡Feliz escritura!


Trama, Argumento y Estructura

2014/09/01

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Existe cierta confusión de significado y alcance entre estos tres conceptos. La diferencia suele aparecer difusa, al punto en que muchas personas los utilizan indistintamente. Por ello veamos cada uno, según el resultado de muchos desvelos intentando armar las piezas bajo la guía de diccionarios, manuales de escritura creativa y mi propia ingenuidad.

Trama

La trama es el conjunto básico de elementos sobre los que se construye una historia y la relación que estos elementos guardan entre sí. Dichos elementos básicos son: personajes, acciones, motivaciones, ambientación y eventos. Otra forma de verla es como la respuesta a las interrogantes: ¿quién?, ¿qué? ¿por qué?, ¿dónde?, ¿cuándo? y ¿cómo? Podemos considerarla como la síntesis mínima de una obra escrita, aquello de lo que se trata la historia.

El elemento clave de la trama es la relación de causa y efecto combinada con la motivación o móvil de los personajes para tomar un curso de acción determinado. En ese sentido, sería la respuesta a la pregunta «¿por qué?». En otras palabras, no es lo mismo una sucesión de eventos que una relación entre estos eventos, y en esto se diferencia del argumento y la sinopsis.

Por poner un ejemplo, La cenicienta podría expresarse así: «Una bella jóven tiene una vida miserable, pero se mantiene pura y buena. Un día su hada madrina la premia con la oportunidad de ir a un baile en el palacio real. Ahí conoce a un apuesto príncipe que se enamora de ella tanto por su belleza como por su virtud. Aunque a la media noche desaparece el encantamiento del hada, el príncipe la busca y encuentra, se casan y viven felices para siempre». Lo esencial no es la simple enumeración de eventos, sino la relación entre ellos. ¿Por qué el príncipe se enamora de ella? Porque es virtuosa, a diferencia de sus malvadas hermanastras que también son bellas, pero además son superficiales y vanidosas. Sin esa relación no sería más que un listado de eventos. Con ella las distintas piezas se hilan en un todo coherente, en una historia.

La palabra trama es una metáfora tomada de la industria textil; es el conjunto de hilos paralelos que se entretejen con la urdimbre para hacer la tela. Podemos hablar de cada uno de los elementos anteriores como los hilos individuales de la trama, que el escritor entreteje en un órden particular y donde se evidencia la relación entre ellos para darles coherencia y dirección.

No todas las hitorias poseen trama.

 

Argumento

El argumento es un resumen de los eventos principales en una obra. La palabra clave aquí es resumen, ya que es literalmente una síntesis de los contenidos de un libro y hace tiempo solía aparecer al principio de estos, o de cada capítulo. Tal es el caso de la novela La ladrona de libros, en la cual cada sección abre con un breve listado de los puntos principales que se van a tratar en ella además del título propiamente dicho.

Toda obra escrita necesariamente es susceptible de tener un argumento (basta con que alguien enumere los principales puntos en ella), pero no todas poseen una trama completa o articulada. Más aun, los textos académicos y de no-ficción en general del todo no poseen trama, mientras que sí suelen contar con una argumentación clara y una estructura bien definida.

Un argumento puede llegar a ser terriblemente minimalista, hasta el punto de no decirnos prácticamente nada sobre la propia obra: «Ana Frank era una niña judía que escribió un diario sobre su vida durante la persecusión en la Alemania nazi.» ¿Qué vivió en esos años? ¿Cuáles fueron sus experiencias? El argumento puede quedarse muy corto, y por lo general es mejor que así sea, pues de lo contrario podría arruinarnos sorpresas clave de la historia. Es casi idéntico a la sinopsis que se hace de las películas, con la excepción de que esta última se realiza específicamente con fines publicitarios y nunca cuenta el final.

Esto nos lleva a otra diferencia con la trama: el argumento está hecho para ser leído antes que la obra, mientras que la trama es más bien una ayuda para el autor a la hora de escribir.

 

Estructura 

Es la distribución básica de los elementos de la narración propiamente. En este sentido se diferencia de la trama en que no es lo mismo lo que está detrás de la historia que la forma en que se presentan los elementos al lector. Por ejemplo, la trama suele ser lineal, a tener un orden lógico, cronológico, por importancia, etc., mientras que la estructura no necesariamente va a serlo, y puede presentar los eventos en un orden distinto de como ocurrieron, como en la película Memento, en que los eventos se cuentan al revés de como ocurrieron.

La estructura, sin embargo, abarca mucho más. La cantidad y tamaño de los capítulos, si tendrá secciones amplias, la proporción de exposición, acción y diálogos, y otro buen número de características relativas a la forma exterior pueden considerarse como partes estructurales.

En la tradición occidental, desde Aristóteles hasta la actualidad, la estructura mínima de un texto siempre tendrá tres partes básicas: planteamiento, desarrollo y resolución. Suelen estar acompañados de otras piezas más pequeñas pero no menos importantes, como son los nudos y el clímax. Algunas personas consideran que una historia que no siga estas pautas básicas es una historia sin trama, y quienes reniegan del ‘formulismo’ suelen intentar este tipo de obras.

La palabra nos viene del contexto arquitectónico y designa dos ideas generales. Primero, es la distribución de los elementos del edificio: el orden, el tamaño, la ubicación y su relación entre unos y otros. Segundo, la armazón sólida que sirve de sustento a dicho edificio.

En términos generales, podemos decir que la trama y la estructura se combinan para servir de marco dentro del cual habrá de tejerse la redacción propia de la obra, como los hilos de colores en un gobelino se tejen sobre una tela base que, al final, quedará totalmente oculta, pero sin la cual la pieza se desmoronaría. El argumento es, por otro lado, más utilitario: informa al lector sobre el contenido y le invita a seguir leyendo.

¡Feliz escritura!

 

Artículo relacionado: El argumento y otras palabras espinosas


La resistencia a escribir

2014/08/31

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Imagen cortesía de Witthaya Phonsawat, FreeDigitalPhotos.net

 

La llamamos procrastinación, por darle un nombre altisonante, por creernos la glamorosa ilusión de que es algo muy grande —y por tanto, fuera de nuestras manos—. Pero en realidad no es más que miedo.
Toda resistencia es miedo a algo. Nos resistimos porque no queremos, como un niño que no quiere comer sus vegetales aunque sean buenos para su cuerpo. Entonces buscamos excusas, juegos, distracciones, hasta otras tareas en apariencia importantes, cualquier cosa con tal de no enfrentar esa página en blanco, esa historia que suena tan maravillosa en nuestra mente cuando nos asalta en la ducha, pero que a la hora de la hora no llegamos nunca a poner en papel.

¿A qué le tenemos miedo? No es a lo que podemos llegar a ser. Es decir, la escritura como medio de vida, como fuente de sustento y realización, y no como mero pasatiempo. No es a que nos reconozcan en la calle, o a las otras muchas consecuencias de tener una obra o varias en los anaqueles de las librerías. No, el miedo es al cambio mismo.

No queremos dejar de ser.

Independientemente de si somos fracasados o exitosos, si nuestra vida es satisfactoria o está llena de frustraciones, escribir significa transformarse. La mayoría de escritores concuerda en que el acto mismo de la escritura es su mejor terapia. Pero el inconsciente se resiste al cambio, pretende que el mundo sea predecible, llegar a conocer todos los pormenores de la existencia para evitar modificarse. El eterno sueño de vivir por siempre, de ser siempre iguales.

No queremos cambiar, y la escritura es una tarea transformadora.

Lo que el inconsciente no comprende —no puede—, es que él mismo no es más que un conjunto de programaciones ciegas, un servomecanismo cual piloto automático, incapaz de novedad, de frescura. Quienes realmente somos, los seres conscientes, despiertos, espirituales más allá del mero vehículo de la carne, no podemos restringirnos a los límites de lo cotidiano y predecible. Somos seres VIVOS, y la vida implica siempre cambio, adaptación, lucha.

Negarse a ese constante movimiento, a ese avance, esa expansión de la consciencia a través de la incansable experiencia cotidiana, es negarse a la vida misma, y todo organismo que se estanca comienza inexorable su decaimiento y muerte.

Escribamos, pues, como un acto de amor a la vida. Y cuando el oculto deseo del sueño, de la permanencia inmóvil asome desde su oscuro escondrijo, escribamos con aún mayor fuerza, con más grande ahínco, hasta que decida reptar nuevamente hasta su caverna. Escribamos como un acto de protesta contra nuestra propia inseguridad. Escribamos con el alma, con la sangre de nuestras arterias, en un acto redentor de vida invocando a la Vida y consagrándonos a Ella.

Escribamos para vivir, porque no hacerlo es estar muertos y no saberlo.

Quien pueda entender, que entienda.


La palabra engendra palabra

2013/07/29

¡Me sentí totalmente identificado! De paso, muy recomendado el blog Nisaba.

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Una de las fantasías más extendidas de quienes amamos la palabra como acto creativo es llegar a tener la autonomía y el tiempo para dedicárselo por entero a los placeres de leer y escribir. Nos imaginamos el día entero entre libros o creando las obras que nos llevarán hasta el codiciado estatus de escritor independiente que vive de las ventas de sus obras.

Desde luego, estas fantasías chocan con una realidad apabullante. Cuando logramos obtener un día de descanso, nos pueden asaltar el sueño, el cansancio, la necesidad de reposo y, sobre todo, las distracciones. Lo que tanto deseamos escribir se desvanece en la penumbra de clics azarosos y tareas insignificantes. No pasa de ser un bonito sueño, una agradable fantasía.

Pareciera como si al entrar en “modo de descanso”, también perdiéramos la conexión con esa capacidad interna de crear.

He tenido la experiencia personal de renunciar a todo para…

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Cuestión de actitud

2013/07/29

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Podemos afrontar el acto de escribir con nerviosismo, entusiasmo, esperanza y hasta frustración –ese desaliento al reconocernos incapaces de poner completamente en palabras lo que tenemos en la mente y en el pecho–. Podemos afrontar este acto con los puños cerrados y la mirada torva, listos para patear traseros y poner al mundo en su lugar. Podemos hacerlo porque deseamos casarnos con la mujer de nuestros sueños o para cambiar el mundo. Hagámoslo de cualquier modo, excepto a la ligera. Lo diré una vez más: no escribamos con ligereza.

No pido hacerlo con obediencia o una actitud reverente; no pido un lenguaje recatado ni abandonar el sentido del humor (¡por Dios, que lo tenemos!). Escribir no es un concurso de popularidad, no son las olimpiadas de la moral y no es la iglesia. ¡Es escritura, maldita sea!, no lavar el auto o maquillarse las cejas. Si podemos tomárnoslo en serio, entonces perfecto, sigamos adelante. Si no podemos, o no queremos, mejor será dejar de leer y dedicarse a otra cosa.

Lavar el auto, por ejemplo.

–Stephen King, On Writing: A Memoir on the Craft

A las palabras de King me gustaría agregar un comentario adicional: no escribamos por obligación. Sí, los escritores profesionales deben cumplir plazos, y cualquiera que desee publicar un día algo decente debe escribir con cierta regularidad aunque ese momento no sienta ganas o no esté «inspirado». Si escribimos, que sea por elección propia, porque lo deseamos; o por presión interna, porque los mundos imaginados no se contentarán con quedar en el olvido, y las historias y los rostros nos acosarán de día y de noche hasta verse convertidos en palabra.

En el momento en que escribir se torna en una obligación, en una tarea más, en un compromiso, y perdemos el gusto, el impulso creador, y podemos dormir tranquilamente y dejar para la mañana esa idea que llegó a despertarnos de madrugada, entonces más vale buscar otro pasatiempo.

Para escribir en serio, de verdad, nos debe importar lo escrito, debe ser parte de quienes somos. Parece algo demasiado subjetivo, pero en este caso nuestra actitud al escribir hace toda la diferencia.

Y usted, ¿por qué escribe?

¡Feliz escritura!


El peor intento es el que no se hace

2013/03/31

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Quienes hayan leído un poco de este blog (en especial las buenas personas que se tomaron la molestia de suscribirse para recibir actualizaciones), habrán notado que no suelo publicar con mucha frecuencia, y eso en las épocas de actividad, cuando no me encuentro distraído con la vida cotidiana.

Sigo escribiendo, claro. Las mentes creativas no pueden quedarse quietas por mucho tiempo. Pero dedicarse a pulir un artículo que alguien pueda leer es muy distinto de tomar apuntes sobre una nueva raza extraterrestre, un artefacto interesante o protocolos de comunicación entre organismos unicelulares. Un tipo de escritura es libre, sin casi expectativas, pues no está destinada más que a mis propios ojos. El otro va acompañado de una gran cantidad de cuestionamientos y críticas antes incluso de completar su primer borrador. En fin, algunas veces no estoy de humor para todo el trabajo de edición y corrección que el blog ‘exige’.

No soy el único a quien le pasa. La mayoría de los blogs en mi lista de favoritos pueden dividirse en dos categorías: los que actualizan prácticamente a diario (¡gente con esa experiencia y dedicación que ya me deseara!), y los que mueren por inanición luego de unas cuantas entradas, los huérfanos, los olvidados.

Cuando inicié este proyecto imaginaba que tres artículos semanales serían pan comido, pero el entusiasmo de los primeros días se agota, y cuando no es reemplazado por una buena dosis de terquedad y disciplina la cosa no avanza demasiado.

Lo mismo más o menos ocurre con la mayoría de quienes nos aventuramos en el campo minado de la escritura de ficción. Usualmente hacen falta varios intentos fallidos antes de aquél primer éxito. La mayoría se rinde sin haber casi hecho el intento.

Las razones pueden ser muchas, pero casi siempre se trata de meras excusas como la supuesta falta de tiempo, el cansancio, las distracciones… Todas estas son condiciones que, a excepción de los casos más extremos, suelen ser susceptibles de modificación. No, el verdadero motivo por el cual nos cuesta completar un proyecto de esta envergadura es la falta de ganas. Se dice que quien verdaderamente quiere hacer algo encuentra soluciones, y quien no quiere encuentra excusas. Todo es cuestión de actitud.

¿Que a dónde voy con todo esto?

Pues bien, es 31 de marzo y mañana como todos los años da inicio una nueva edición de NaNoWriMo, esta vez en su variedad  ‘Camp NaNoWrimo‘, para todas aquellas personas osadas e ingeniosas que se atreven, algunas incluso varias veces al año, a emprender la tarea de escribir 50.000 palabras en un mes. Es un reto bastante grande pero no imposible, y nuevamente he decidido intentarlo.

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De las cuatro oportunidades anteriores en que participé, solamente en una pude alcanzar la meta. Todas las demás fueron abandonadas (por muy diversas excusas) antes de la primera semana. Este año estoy decidido a ganarlo, y para ello me he armado hasta los dientes con toda clase de estrategias, un claro plan de trabajo y sobre todo muchas ganas. También tengo un gran reto: mi pareja y yo esperamos el nacimiento de nuestro hijo para cualquier momento dentro de las próximas dos o tres semanas.

No me importa si a simple vista parece imposible: aun así pretendo hacer mi mejor esfuerzo.

Le invito a acompañarme durante el mes de abril en esta aventura, y si lo desea, a inscribirse también en Camp NaNoWriMo. ¿Qué pasa si fracasamos? Pues nada, habremos adquirido experiencia valiosa de todas formas. Pero no se puede emprender ningún proyecto con una actitud derrotista, así que ¡ánimos!

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PS: también iré publicando consejos, anécdotas y alguno que otro desahogo conforme vaya progresando, todo con la temática del NaNo. Le invito a acompañarme. :)


Nisaba: Cómo prepararse para NaNoWriMo

2012/10/14

En esta ocasión comparto el artículo de nuestro blog amigo, Nisaba, de mucho interés para quienes sentimos esta fascinación por la escritura. NaNoWriMo, el mes nacional de escritura de novelas, ya está a la vuelta de la esquina. ¡Es hora de irse preparando!
¡Feliz escritura!
–Javier

Nisaba

Quedan 18 días para iniciar el reto de NaNoWriMo, así que este es el momento para prepararse. Hay quienes pasan meses planeando sus novelas y haciendo investigación para este momento del año. Otras llegan al primer día con un título en mente y una idea vaga.

No todas las personas funcionan igual, pero para garantizar el éxito en NaNoWriMo conviene tener en mente tres cosas: a) iniciar a tiempo; b) fijarse una meta diaria de escritura, lo suficientemente holgada como para tener días de reposo y compensar por imprevistos, c) tener a mano todo lo que pueda servir para mantener activa la inspiración.

Por lo tanto, la preparación durante el mes anterior es crucial. Estas son algunas acciones que pueden irse realizando desde el mes de octubre o antes.

Elija una herramienta informática para el manuscrito

Los procesadores de texto son poco versátiles, pero hay quienes los prefieren por…

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12 de octubre, día de la lengua española

2012/10/13

La lengua no es la envoltura del pensamiento sino el pensamiento mismo.
-Miguel de Unamuno (1864-1936) Filósofo y escritor español.

Siempre lamento la desaparición de cualquier lengua, puesto que las lenguas son el pedigrí de las naciones.
-Samuel Johnson (1709-1784) Escritor inglés.

Se siente como una espina en la consciencia el hecho que el día de ‘nuestra’ lengua se celebre oficialmente en el aniversario del inicio de la destrucción de miles de lenguas indígenas. España celebra su conquista territorial e ideológica, comenzando por la última gran ciudad arrebatada a los moros: Castilla. Mientras tanto, en América la gente copia la celebración, sin recordar a las millones de víctimas del imperio donde nunca se ponía el sol.

“Día de la raza”, “encuentro de culturas”… no son más que eufemismos, nombres falaces que pretenden borrar los hechos.

¡Tan fácil que resulta para el vencedor escribir a su conveniencia los libros de historia! Tan fácil que resulta imponer a la fuerza un punto de vista, una forma de hacer las cosas, pasándole por encima a la memoria. Tan fácil que la gente olvida su pasado y se acoge a la nueva moda, la nueva lengua, la nueva ideología.

Pero, ¿de qué ha valido? Al español peninsular no le queda ya más que resignarse por la creciente transformación de aquella lengua de Cervantes, que a estas alturas ya ni en la propia España se escucha hablar. Se ha perdido para siempre, ante la creciente evolución y divergencia cultural de sus hablantes, tanto en Europa como en los demás continentes.

Las lenguas se transforman, cada pueblo se las apropia y las hace suyas, les imprime sus particulares matices, nuevos significados, sonidos cercanos a lo suyo. Cada variante trae consigo una visión de mundo.

Así, el español de México no es tan distinto del de Argentina, o el de Costa Rica y, sin embargo, cada cual es único, maravilloso. Nos entendemos, cumpliendo así el requisito básico de la comunicación, pero al mismo tiempo cada quien puede reconocer y reconocerse en la lengua materna, sea cual sea su origen específico.

Somos hispanohablantes, crisol genético y cultural, pero también somos americanos (o africanos, asiáticos, europeos); nuestra lengua nos enriquece pero no nos define.

Si se quiere conmemorar esa lengua de Castilla que ya tantos pueblos del mundo compartimos, tal vez la mejor fecha sea el natalicio de Cervantes, o el aniversario de la publicación del Quijote.

Hace rato acabó el tiempo de la colonia tangible, pero la colonia intangible, la cultural, la del pensamiento y visión de mundo, esa todavía nos aprisiona. Nuevas colonias pretenden imponerse, y las aceptamos ciegamente, contentos de poder tomar Cocacola e intercalar algunas palabras del inglés en nuestro vocabulario cotidiano.

Para los pueblos del nuevo mundo, el 12 de octubre es y será siempre el aniversario de una gran tragedia. No es una fecha digna de celebrarse. Conmemorar es más apropiado, es recordar juntos los errores del pasado para aprender de ellos y no repetirlos.

Recordemos pues, en esta fecha, todas las vidas, historias, culturas y lenguas destruidas. Recordemos quiénes somos, para que no nos vuelvan a cambiar oro y joyas por baratijas.


Recomendación: La guerra del borde interno

2012/07/09

El día de hoy me salgo un poco de la tónica general del blog para recomendarles el primer libro de un buen amigo.

Se trata de una serie de ciencia ficción titulada La guerra del borde interno, de Carlos Molina, y su primera entrega, Las 30 colonias del nodo 350.

La historia se desarrolla en un sector lejano de la galaxia, muchos siglos en el futuro, donde la humanidad enfrenta una encarnizada guerra. Esta es la sinopsis en Amazon:

En un distante futuro, fuera de nuestro sector y de nuestro tiempo, la humanidad enfrenta su más grande desafío al quedar atrapada en el conflicto genocida del sector 446, uno que no es suyo y que tampoco desea.

Sea para el Dominio For’Arms, para el que los humanos solo cuentan al morir, o para el Reino Irezumi, que desean usarlos como escudo en su guerra de independencia, la lucha por la vida y la muerte se desatará con furia y brutalidad durante los siguientes días, donde el ganador decidirá el destino final de las Treinta Colonias del Nodo 350.

La historia da inicio con un prólogo que relata cómo se origina el conflicto, con los eventos que llevan a la declaratoria de independencia del Reino Irezumi. Se relata desde el punto de vista de dos personajes: Sohoirna, reina de las irezumis (una raza compuesta exclusivamente por mujeres), y la almirante Anne Marie Deveraux, quien juega un importante papel en la proclama de independencia.

Luego de esta introducción general a lo que será la guerra del borde interno da inicio la historia principal de este volumen: El incidente de las 30 colonias del Nodo 350. Aquí vemos las torpes maquinaciones de un príncipe alienígena, S’Taren de los For’Arms, y cómo su impulsividad da pie al exterminio de varias colonias. Mientras tanto, la general Myoko Nasegawa y la joven capitana Motoko Kibi-Lee muestran el otro lado del conflicto, desde la perspectiva de la flota independentista.

Por lo que me cuenta el autor, la historia va para largo (más de mil setecientas páginas ya escritas), y los lectores no tendrán que esperar años para cada nueva entrega: la próxima ya está en etapa de revisión y será publicada dentro de algunos meses.

Con La guerra del borde interno se inaugura la primera saga de ciencia ficción de un autor costarricense (anteriormente en nuestro territorio se han publicado únicamente cuentos y, según entiendo, una novela de este género).

Por el momento solo está disponible en formato electrónico para el Kindle de Amazon, pero se espera al menos una edición limitada en papel a mediano plazo. La edición en Kindle, dicho sea de paso, puede ser leída en casi cualquier aparato electrónico, gracias a la gran cantidad de aplicaciones disponibles; es decir, no es necesario poseer el lector de Amazon para disfrutar de este relato.

También existe un blog y una página de Facebook para enterarse de más detalles sobre la historia, noticias y mucho más. Estas son las páginas mencionadas:

Las 30 Colonias del Nodo 350 (Amazon.com)
La Guerra del Borde Interno (Blog)
La Guerra del Borde Interno (Facebook)

Esta es la primera publicación de Carlos Molina, informático y amante tanto del animé japonés como de la historia militar. En su obra se pueden distinguir ecos de la primera y segunda guerra mundiales, pero también de conflictos latinoamericanos y hasta del período feudal del Japón.

Se los recomiendo y espero que pasen la voz.

¡Feliz lectura!


Lea su texto en voz alta

2012/07/04

De todos los consejos que podemos escuchar en nuestro oficio de las letras, este es posiblemente uno de los más prácticos.

En primer lugar, leer en voz alta nos ayuda a revisar el texto, encontrar erratas y otros errores técnicos –gramaticales, de puntuación– ocultos hasta el momento de escuchar nuestras palabras con los oídos y no solo con la mente.

También ayuda a refinar nuestro estilo narrativo. Escuchar atentamente nos permitirá cortar oraciones demasiado largas, cambiar de tono y ritmo cuando un pasaje se ha vuelto monótono. Con solo la primera lectura de este párrafo pude, por ejemplo, eliminar una repetición innecesaria y una redundancia. ¡Ni qué decir de cacofonías, queísmos y tantos otros vicios!

Los diálogos pueden beneficiarse mucho si comparamos nuestras creaciones con la forma natural de comunicarse entre personas: la conversación. Evitaremos así utilizar nombres propios demasiado a menudo con nuestro único interlocutor, o una actitud demasiado informal entre personas distantes. Aquí resulta maravilloso escuchar conversaciones ajenas en sitios públicos; también puede ayudar un poco de actuación, y si es posible, que el diálogo sea repartido entre dos o más lectores.

Y hablando de otras personas, también sirve escuchar a alguien más leer nuestro texto. Eso nos permitirá determinar formas como nuestros lectores interpretarán esas palabras que tanto hemos trabajado.

Recordemos que la ficción se trata, en esencia, de contar historias. Antes de la escritura estaba la narración oral, con toda la magia de la entonación, la gestualidad y el lenguaje corporal del experto cuentista.

Cuando lea en voz alta imagínese estarle contando una historia a su público ideal. ¿Cómo reaccionan ante cada pasaje? ¿Qué clase de inflexiones, cambios de tono y ritmo necesita para mantener a sus oyentes pegados al asiento y con los ojos bien abiertos, absortos en la historia? ¡Asegúrese de que su texto se pueda leer como se lee un cuento a un niño antes de dormir! (Recuerde: si el cuento es realmente bueno, el niño no se quedará dormido.)

Podemos inclusive ir un paso más allá y, de hecho, leerle nuestra historia a alguien más. Nuestra atención debe centrarse en particular sobre transmitir imágenes vívidas y emociones claramente definidas. Observe las reacciones de sus oyentes, tome nota de los pasajes en que no logran mantener la atención, o por el contrario, cuando demuestran justamente aquellas emociones sugeridas en el texto.

Pero aun si no tiene a nadie a quien leer, recuerde que somos nuestro primer público, nuestro primer lector. La mayoría de las veces basta con leer en voz alta para darnos cuenta de muchos aspectos mejorables.

Luego de algún tiempo se pillará murmurando cada palabra conforme la va escribiendo. Me pasa todo el tiempo, y me alegro por ello.

Haga el intento. Luego compare y lea también en voz alta algún pasaje de su autor favorito. Verá cuán útil le resulta.

¡Feliz escritura!